"Venus Smiles", originalmente titulado "Mobile", fue publicado por primera vez en la revista Science Fantasy, en junio de 1957. Figura además en los compilados Billenium (1962) y Vermillion Sands (1971) (también en sus equivalentes en español -"Movil" para la primera versión, "Venus sonríe" para la segunda-, con traducción de Marcial Souto), y fue el primer cuento de Ballard que leí, publicado por la revista argentina Descubrir en algun momento de 1992.
Se trata del segundo cuento del ciclo de Vermillion Sands escrito por Ballard, y por tanto los elementos que tiene en común con "Prima Belladona" no son pocos. Para empezar, el más notorio: en ambos encontramos la producción de música por entidades no humanas, plantas en el primer cuento y esculturas en este segundo.

En rigor, "Mobile" y "Venus smiles" deberían ser leídos como cuentos diferentes. "Venus smiles" parece, de hecho, una adaptación a la escenografía de Vermillion Sands del cuento original, que carecía del elemento musical (por llamarlo de alguna manera) y presentaba a un hombre (Lubitsch) como el artista, en lugar de a una mujer. Ese cambio va más en la línea de las mujeres extrañas de Vermillion Sands (como la Jane Ciracylides de "Prima Belladona"), del mismo modo que el cambio de ambientación entre el cuento original y su versión definitiva incluye además la aparición de nombres aludidos en casi todas las ficciones ambientadas en el balneario favorito de Ballard, como por ejemplo Raymond Mayo.
Ambos cuentos, de todas formas, pueden leerse desde una línea de "el arte invadiendo el espacio público" (en tanto los edificios creados a partir de metal de la escultura crecerán incontroladamente y alterarán radicalmente la ciudad), y también desde una perspectiva -que quizá lo acerca a la literatura fantástica, en tanto hay una cierta "irrupción" de un mundo extraño en el cotidiano- de construcción de zona fronteriza entre lo animado y lo inanimado, entre lo vegetal y lo animal, como una puesta en evidencia de la separación entre las taxonomías -la razón- y la realidad. En ese sentido Ballard sigue alejándose del molde "duro" de la ciencia ficción.
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